El Coast Starlight, uno de los trenes más populares de Amtrak, hace el servicio diario en ambos sentidos entre Los Ángeles, en el árido sur de California, y Seattle, en el húmedo y montañoso estado de Washington.
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El Coast Starlight en dirección norte aparece aquí en King City, cerca de Salinas, a su paso por un rico valle dedicado a la agricultura, conocido como la "ensaladera de EE UU". Esta zona es especialmente famosa por la lechuga y las alcachofas; las uvas utilizadas para el famoso vino de California son también producto de los viñedos de los alrededores. |
La estación Los Ángeles Union, punto de arranque del viaje hacia el norte del Coast Starlight, es la última de las grandes estaciones estadounidenses. Fue inaugurada en mayo de 1939 y utilizada conjuntamente por las compañías de ferrocarril Southern Pacific, Union Pacific y Santa Fe. En otro tiempo, la estación daba trabajo a 1.100 personas y cada día recalaban en ella 56 trenes. Sin embargo, como todo lo relacionado con los trenes de pasajeros en América, ha declinado. En 1979, fue incluida en el Registro Nacional de Lugares Históricos, y ha sido restaurada con todo cuidado. Hoy en día, es el centro de un programa de desarrollo, de 30 años de duración y con una inversión de 15,5 millones de dólares, con el que se pretende crear un sistema integrado de transporte masivo por todo el sur de California. El estilo arquitectónico de la estación es una mezcla de español colonial con reminiscencias moriscas. En el exterior, hay arcos enlucidos y techumbres cubiertas con teja flamenca; en el interior, techos de madera ricamente decorados y pulidos suelos de diferentes tipos de piedra formando dibujos. Hay dos grandes patios; uno de ellos, sombreado por madreselva, es un anexo al restaurante de la estación. La estación, restaurada, intenta recuperar el glamour de la época dorada del ferrocarril americano, a pesar de que hoy en día los trenes ya han perdido mucho del encanto de aquellos días. Incluso el nombre de Coast Starlight es de reciente creación, resultado de unir Coast Daylight -así se llamaba el tren de South Pacific que iba de Los Ángeles a Portland- y Starlight, uno de los cuatro trenes diarios que, hace 50 años, hacía el recorrido Los Ángeles-San Francisco.
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La terminal de pasajeros de Los Ángeles Union, construida en 1939, es interesante desde el punto de vista arquitectónico. Es una mezcla de estilo colonial español con reminiscencias moriscas. En una ciudad más conocida por su conexión con los estudios cinematográficos de Hollywood que por cualquier otra cosa, la estación fue escenario principal de una película de 1950 titulada precisamente Union Station. |
Prioridad a las mercancías
Amtrak es la empresa operadora del Coast Starlight. Fue fundada en 1970 por el Gobierno Federal para salvar algo de los restos de la red ferroviaria de transporte de pasajeros estadounidense. Las vías son propiedad de Southern Pacific hasta Portland, y de Burlington Northern desde esta ciudad hasta Seattle. Estas empresas dan prioridad a sus propias operaciones de transporte de mercancías, con consecuencias previsibles para la fiabilidad del horario de Amtrak.
Escapando de suburbios sin fin
El tren con destino a Los Ángeles sale de la Union Station a las 09.55 h, a una velocidad casi de paseo. Cruza el río Los Ángeles, cuyo curso sigue a medida que coge velocidad al atravesar los extensos suburbios, para lo que invierte una hora. Además de la habitual industria y las grandes naves abandonadas, el viajero podrá ver gran número de autopistas y canales para defensa de las inundaciones, así como los típicos cines drive in, donde los estadounidenses ven la película desde su coche comiendo una hamburguesa o palomitas de maíz. Larguiruchas palmeras ponen un toque ligeramente exótico al perfil urbano, que acaba cuando se llega a Santa Susanna Hills, una serie de colinas de arenisca amarilla y de barrancos coloreados de verde oscuro por la vegetación que los cubre. Tras las colinas, el paisaje predominante por un momento es la agricultura intensiva, que con sus vastos cultivos de fruta y verduras se ha convertido en una verdadera industria, dependiente casi por completo de los riegos artificiales en una zona que por su ubicación es semidesértica. En Ventura, se tiene el primer atisbo del océano Pacífico. En algunos puntos, el tren pasa literalmente sobre la arena de la playa. En época de vacaciones, las caravanas de campistas están aparcadas casi sin solución de continuidad, muchas de ellas con la bandera de las barras y estrellas ondeando al viento. El mar comienza a estar salpicado por docenas de plataformas petrolíferas, que continuarán a lo largo de la costa.
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Para atravesar las montañas de Santa Margarita, hay cinco túneles en dirección norte, entre San Luis Obispo y Cuesta Pass. Aquí el tren hace lentamente uno de los dos grandes bucles a cielo abierto con los que gana la altura necesaria para alcanzar los 335 m. |
Los horarios del Coast Starlight han sido modificados. Cubre unos 2.235 km en 34 horas y 10 minutos, a una velocidad media de sólo 64 km/h. Nadie parece excesivamente preocupado por el hecho de que su velocidad sea todavía menor que la que desarrollaba antes del nuevo horario. Tampoco parece que le preocupe o sorprenda a nadie que el tren llegue con dos o tres horas de retraso. Hay un dicho popular entre los viajeros que reza así: “Si tienes prisa, no cojas el tren”. En cambio, el tren -por otra parte, muy popular sobre todo en verano, época en la que las reservas han de hacerse con varias semanas de antelación- es para aquellos que tienen tiempo de disfrutar de un extraordinario abanico de paisajes, desde las playas y palmerales del sur de California hasta las montañas cubiertas de abetos de la frontera canadiense. Los trenes generalmente están compuestos por uno o dos coches de equipajes y diez, más o menos, coches de pasajeros de cinco metros de altura, ya que tienen dos niveles; en esta cifra, están incluidos el coche restaurante y un coche salón. El piso superior de este último es un excelente observatorio, con enormes ventanales y cómodos asientos giratorios. El resto del convoy está compuesto por coches con asientos reclinables generosos de espacio, y coches cama con distintas configuraciones. El tren está impulsado por un par de locomotoras diésel de General Motors, que generan entre ambas unos 6.400 CV.
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La larga ascensión a través de los montes Cascade sigue al valle del río Sacramento. Aquí se ve el bucle de Andesite, con los montes Shasta (4.317 m) al fondo. Las rampas en esta zona son muy pronunciadas -de hasta 29,4 milésimas por metro- y los trenes de mercancías que cubren la ruta a veces necesitan hasta seis locomotoras para impulsarlos. |
El trazado del tren sigue ahora el recorrido del antiguo Camino Real -nombre con el que los españoles bautizaban a todas las grandes carreteras que construían-, que va de San Diego, en el Sur, a Sonoma, y a lo largo de la cual se fundaron, entre 1769 y 1823, 21 misiones y cuatro capillas. En Santa Bárbara, considerada “la Reina de las Misiones”, el edificio de la Misión queda a la derecha del tren. En la estación, hay una impresionante higuera, cuyas ramas se extienden en un radio de 64 m. Unos cuantos kilómetros más allá, el tren bordea los elevados acantilados que se adentran poco a poco en el mar y en donde hay estrictas limitaciones de velocidad. Desde aquí pueden verse los pelícanos pescando y, en primavera y otoño, las ballenas emigrantes. El viajero tiene a un lado el océano, y al otro, hacia el interior, las montañas, en las cuales, incluso avanzada la primavera, la hierba tiene un color pajizo salpicado del verde de los árboles de hoja perenne y los arbustos. El tren gira hacia el interior durante unos kilómetros y pasa junto a la base aérea de Vandenburg: la blanca y extensa estructura que deja a la derecha se asocia al programa espacial estadounidense. Tras otro paseo al borde del océano, el tren finalmente se aleja de la costa y cruza una pequeña cadena de colinas, tras la cual se asoma a un amplio y hermoso valle en el que la agricultura, una vez más, es la reina del paisaje.
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El Coast Starlight en dirección sur aparece aquí costeando en su viaje hacia San Francisco. La mayoría de los trenes de este servicio está compuesta por uno o dos coches para los equipajes, y unos 10 de dos pisos para los pasajeros; en ellos, están incluidos el coche restaurante y el coche salón. A la cabeza van generalmente un par de máquinas diésel de General Motors. |
Una subida impresionante
Inmediatamente después de San Luis Obispo, nos encontramos con el paso más impresionante de la mitad sur del viaje, donde la línea cruza las montañas de Santa Margarita a través de la Cuesta Pass. Para ganar altura antes de alcanzar la cima de 335 m, la línea describe dos grandes bucles, el primero sobre un espectacular terraplén. Las curvas se toman lentamente, con las ruedas chirriando en son de protesta en las más cerradas. Tras varios túneles, el tren circula ya a bastante altura a un lado de la profunda garganta, mientras la autopista 101 puede verse en el lado opuesto. La línea, en su descenso, recorre el valle del río Salinas; el verde oscuro de los robles lo salpica todo, pero la única vegetación exuberante está en una estrecha franja a ambos lados del río. De nuevo los cultivos, ahora de viñedos, comienzan a surgir a medida que el tren se acerca a Salinas, “la ensaladera” del país y también la patria chica de John Steinbeck. La próxima ciudad importante es San José, en el corazón de Silicon Valley. En este punto -sobre todo si el tren tiene retraso- ya comienza a caer la tarde. Finalmente se llega a las 21.00 h a la terminal de Oakland, al otro lado de la bahía, en frente de San Francisco, a donde el viajero será trasladado en autobús, ya que Amtrak no tiene trenes hasta esta ciudad. Su perfil es visible a la izquierda del tren y, en las noches despejadas, las luces del puente Golden Gate se divisan al norte de la ciudad.
Falta de romanticismo
La puesta del sol es el mejor momento del día para contemplar el paisaje. Desgraciadamente, sin embargo, es también el momento que escoge Amtrak para poner una película en el vídeo del coche salón. Este lugar, el elegido para hacer vida social en el tren, fue el favorito para anunciar el ferrocarril en su época dorada, y es quizás aquí donde se hace más evidente la pérdida del encanto de aquellos días. Además, transformándose en cine momentáneo (con mala acústica), la función del coche salón queda reducida a ser el lugar donde hacer cola para el coche restaurante. Las conversaciones ocasionales con los otros pasajeros, muy corrientes en los viajes en tren, deberían prosperar aquí, pero de alguna manera falta el ambiente necesario para ello. Además del Coast Starlight, hay varios trenes diarios de Amtrak entre San José y Sacramento -a 216 km. al norte- que permiten, mediante transbordos y haciendo unas cuantas paradas nocturnas, recorrer este tramo de la línea durante el día. Alternativamente, el Coast Starlight que se dirige hacia el sur pasa por aquí durante la mañana. Tras Oakland, la línea sigue la orilla del estrecho de Carquinez, que cruza a través del puente Martinez-Benica, el más largo de los ferroviarios al oeste del Mississippi. A la derecha, salpicando el mar, se pueden contar unos 25 barcos de la marina estadounidense. Finalmente, hay que resaltar que Sacramento cuenta con un deslumbrante museo ferroviario, que hace gala de ser el más grande de América, aunque de hecho, el de Baltimore tiene una colección mucho más importante.
Un retraso muy esperado
Desgraciadamente, el siguiente tramo del viaje se realiza durante la noche en ambas direcciones, por lo que es imposible ver este interesante paisaje tras la ventanilla. Los que viajan hacia el norte, si el tren tiene unas cuantas horas de retraso, todavía tienen oportunidad de ver al menos una parte del largo ascenso a través de las montañas Cascada a la luz del amanecer, cuando el aspecto del bosque recuerda ciertos cuadros Victorianos, un tanto melodramáticos. En gran parte de esta subida, el tren circula por el valle del río Sacramento. Entre Dunsmuir y Klamath Falls, hay rampas tan duras que tienen una pendiente de 29,41 milésimas por metro, donde los trenes de mercancías han de ser remolcados a veces hasta por seis locomotoras. El monte Shasta, a la derecha, está a menudo rodeado de nubes al amanecer, que desaparecen a medida que el sol calienta. Tras Lamath Falls, donde la nieve batió el récord de 254 cm en el invierno de 1992-93, el tren bordea el lago Upper Klamath y luego reanuda la subida, ahora por el cañón del río Willamette. A lo largo de este paso, se vislumbran de vez en cuando las lejanas montañas e inmensos valles. Se alcanza la cima en 45 minutos tras dejar atrás Chemult, y en los siguientes 71 km el tren desciende 1.097 m a través de 22 túneles y numerosos muros de contención contra las avalanchas. Para facilitar la circulación por estas rampas, hay una serie de imponentes curvas en herradura, que en algunos puntos se escalonan zigzagueando por la falda de la colina. Tras este descenso, las últimas horas de viaje parecen relativamente aburridas, aunque, de hecho, el paisaje es todavía muy atractivo, con lagos, bosques y grandes almadías de troncos flotando en los diversos ríos que corren paralelos al ferrocarril.
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El Starlight en dirección sur y un par de locomotoras de Burlington Northern, pertenecientes a la Serie SD40-2, con su correspondiente tren de mercancías, aparecen en la foto codo con codo en la estación de King Street de Seattle. Burlington Northern es la propietaria de la línea entre Seattle y Portland y da prioridad a sus propios trenes, lo que provoca los frecuentes retrasos que sufren los que utilizan los servicios de Amtrak. Seattle es una ciudad atractiva e interesante, pero la estación de ferrocarril está un tanto abandonada. La nota curiosa la pone el campanil veneciano que alberga, y que se puede apreciar en la fotografía. |
La estación de Seattle, destino final, está bastante abandonada. Es un edificio de oscuro ladrillo rojo con un campanil veneciano, que ahora mismo está perdido en medio de un aparcamiento de coches. Las mejores vistas de la ciudad se obtienen desde la cercana Smith Tower, que tiene un extraordinario -y genuino- salón chino del siglo XVIII en la planta superior. Tras la observación de que los trenes no son adecuados para los que tienen prisa, hay otro tema frecuente en las conversaciones de a bordo, y es la afirmación de que el viaje en tren proporciona la mejor forma de contemplar el paisaje: es una gran verdad. También lo es que, a pesar de que hoy en día los trenes no son tan grandes como solían, hay todavía mucha emoción que extraer de un viaje como el que se realiza en el Coast Starlight.
Guía de viaje
Longitud de la línea: 2.235 kilómetros.
Frecuencia: un tren diario en ambos sentidos.
Duración: 34 horas y 10 minutos (aunque es frecuente que sufra retrasos).
El equipo del tren
Cada tren tiene una dotación de unas 12 personas de servicio que permanecen a bordo todo el viaje y otras cinco encargadas de las operaciones de manejo del tren (incluído el maquinista) que cambian cuatro veces en toda la ruta. La responsabilidad del tren no recae solamente en el maquinista, sino también en el revisor, que va uniformadoy se mueve por todo el tren. Está en contacto a través de la radio con el maquinista.
Fuente: El mundo de los Trenes - Ediciones del Prado S.A. - Madrid (España) 22/8/1997